Siguiendo las huellas de Jesús que pasó haciendo el bien y curando a todos, llevamos a la práctica la atención y cuidado a enfermos y ancianos. Intentamos compartir la fuerza redentora del sufrimiento, evangelizando así el mundo del dolor, desde nuestra entrega en amor y servicio.

Procuramos un ambiente familiar donde exista: paciencia y libertad, amabilidad y alegría, escucha y comprensión, acogida y ayuda mutuas. Favorecemos un proceso de rehabilitación física, psíquica, social y religiosa que ayude a aceptar, con serenidad y paz, la enfermedad o ancianidad como una nueva etapa de su vida.

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